Refama: El culebrón (I)

Marisa-Vileda empezó su andadura en Refama con buen pie. Adorada por las carpeteras gracias a su peculiar estilo y su melena “tolpelopaunlao” difícil de definir (y de peinar) se convierte en protagonista absoluta del chachimundo de los fotologs sin haber bailado ni una sola vez en TV. Antes de que comenzara el concurso ya tenía un ejército de fans acérrimos que proclamaban a los cuatro vientos que era la más "mehó" del mundo mundial. Marisa también está convencidísima de ello, claro. Así que, por que ella lo vale, dos días después de entrar en la escuela, machaca al bonachón de su pareja de baile hasta hacerlo sentir una mierdecilla enganchada a la suela de sus nike y le amenaza con pedir un cambio de pareja para poder bailar con alguien que esté a su “altura” (ahí, ¡con dos cojones!). A partir de ese momento empieza a descender vertiginosamente en el ranking de la mayoría de carpeteras hasta estamparse de morros contra el último puesto. Pero eso a ella le da igual, porque sigue siendo la más mehó, y pasa a convertirse en la prota absoluta de los resúmenes manipulados de “GH 11…a bailar” fijando su primera víctima: Omar, un chaval que tiene muy poquitas luces pero que va más salido que el pico de una plancha. Así que va y se lo cepilla la primera semana.

Pero no solo retozan estos dos ¡Que va! En su tiempo libre, en vez de ensayar, que eso es un rollazo, ¡deciden hacer amiguitos! Y se arrejuntan con la vasca con mala hostia que no usa ropa interior (Iris), la loca marujona con ínfulas de grandeza (Miguel), el adulto con aspecto de púber (Muni) y esporádicamente Miss boom-boom (Sara) y mientras se fuman alegremente un piti tras otro, despellejan a todo aquel ajeno a su clan emulando a Patiño y compañía pero en rastrero. Últimamente la pandilla basurilla la tiene tomada casualmente con la pareja que más inmunidades se ha llevado: Ginés y Raquel. Aunque “les caen bien ¿eh?”

Aquí podéis ver un ejemplo que corrobora la versión de la chachipandi sobre la bruja de Raquel. Marisa, esa bailarina humilde que siempre está en la última fila en las grupales (juassss), luchando desde su discreta posición con uñas y dientes para que su egocéntrica rival no pueda presumir ante las cámaras, directamente tapándola con los dos kilómetros enrollados de lana que tiene en la cabeza ¡Así se hace! (apunte: nótese la ironía del fragmento).

¿Pero que sería de un culebrón sin un triangulo amoroso? Nada. Así que la segunda semana de concurso aparece en escena Eva, una nueva recluta para el grupúsculo de víboras. La pobre, tan bajita como influenciable, entra de la mano del antimorbo en persona, una inquietante mezcla entre Rafa Méndez y la parte más histriónica (y gay) de Juan Carlos. A la tal Eva incomprensiblemente le hace tilín Omar pero tiene novio fuera desde hace un pilón de años. Claro que eso a la versión masculina de Lizza Minelli le importa tres pepinos y mientras se enrolla con Vileda empieza a sobar descaradamente a la nueva, a ver si cae.

Evidentemente, cae, y él puede anotar dos palitos en el apartado: “Rollitos en fama” de su diario íntimo. Omar, con esa cara de bobalicón que tiene (fiel reflejo de su interior) está más feliz que una perdiz en su papel de macho alfa, pero Eva, mientras le mete la lengua hasta la campanilla, lloriquea y lamenta profundamente la puñalada trapera que acaba de atestarle a su novio.

Vileda, profundamente despechada ante la traición de los osos amorosos, suelta por esa boquita envenenada que tiene que se ha equivocado de Galán y que en vez de a Omar tenía que haber escogido a Cisco. Y ni corta ni perezosa, se arrima a este, un pendón verbenero del 15 que se deja querer por todo aquel ser que tenga tetas y el pelo rizado. Pero nuestra protagonista pronto se da cuenta de que se está quedando última en el ranking de favoritas del Sex-símbol y pasa de pretendiente a confidente. Finalmente, él termina por decidir, después de morrear a su pareja de baile en directo, que le tira más la yogurina de la academia ¡jatetú!

Vileda, que la pobre no da una, desengañada, vuelve a los brazos de Omar, a ver si rasca algo. Este, que cambia de opinión con más asiduidad que de calzoncillos, decide que Eva, después de todo, no le interesa un comino, y que quien le mola de verdad es Marisa… ¡Que, bonito!

Pero surgen nuevos problemas en esta apasionante historia, pues a Omar le han hecho un regalito de reyes por portarse tan bien con el programa y darles audiencia, y le han traído a su gran amiguito! Otro B-boy con pinta de kinki de barrio que nada mas entrar ya se ha pegado el castañazo en lírico. Resulta, que según Marisa, con el susodicho, el tal Erik, hubo feeling en los castings (y con quien no tiene ella feeling, si es la más mehó?)…

¿CONTINUARÁ?